Por la inflación, el retraso en el tipo de cambio, los subsidios y las trabas a las importaciones, Buenos Aires es protagonista de un fenómeno excepcional: se ha convertido, al mismo tiempo, en la ciudad más cara y más barata del mundo.
Los precios altísimos en dólares que se pagan aquí por la ropa, el calzado, los productos electrónicos y la mayoría de los artículos importados tienen como contrapartida cifras notoriamente bajas en servicios públicos, transporte, cigarrillos y los cortes de carne más finos.
De todos los rubros, el que posiblemente más sorprenda a un extranjero desprevenido que llega a Buenos Aires es el de la indumentaria. Como consecuencia de las trabas a la importación y los mayores costos operativos en materia de alquiler, los precios de la ropa y el calzado superan a los de Estados Unidos y Europa. La falta de competencia importada también se siente en el rubro electrónica: los televisores y computadoras fabricados en Tierra del Fuego cotizan muy por encima de los valores que se consiguen en el Primer Mundo.
La contracara de estas cifras se da en los rubros que tienen tarifas subsidiadas por el Estado nacional, como la electricidad, el gas y el transporte público, o con un alto nivel de intervención oficial en la formación de los precios, como los cigarrillos y las naftas. Economía en Brasil, Chile, Paraguay, Perú o Uruguay, según precisó el informe de Montamat & Asociados.
El transporte es otro rubro especialmente barato -al menos en términos internacionales- para los porteños, gracias a los subsidios. Aun con el tarifazo que concretó Mauricio Macri en su fugaz operación del servicio, el subte en Buenos Aires continúa siendo uno de los más baratos del mundo. La tarifa de 2,5 pesos está claramente por debajo de los 6 que pagan los usuarios del metro en Santiago de Chile, los 9 pesos de Madrid y los casi 30 de Londres.
La diferencia es aún mayor en el caso de los colectivos urbanos y el valor de $ 1,10 que cuesta el boleto más barato en Buenos Aires está a años luz de los 18 euros que tiene que pagar un madrileño por un pase para hacer diez viajes en el servicio local de autobús (a razón de un poco más de diez pesos por tramo) o los casi seis pesos que cuesta en Río de Janeiro.
Los cigarrillos argentinos también están entre los más baratos. A pesar de la suba de hace un mes, que llevó a marcas como Marlboro y Camel a 8,75 pesos, los valores siguen entre los más bajos. En Uruguay, un atado de una marca internacional no baja de 70 pesos uruguayos (unos 15 argentinos), en España ronda los 4,5 euros y cada inglés tiene que desembolsar 8 libras (58 pesos) cuando compra un paquete de 20 cigarrillos.
Algo parecido sucede con la carne vacuna. El fuerte aumento que tuvo la hacienda en 2010 se tradujo en subas al público del 40%, pero los cortes más finos siguen relativamente baratos si se comparan con los de otros países, a pesar de que, en el resto de los alimentos, los supermercados argentinos son por lo general claramente más altos. El lomo, que en los supermercados más caros de aquí ronda los 90 pesos -o 60 en las carnicerías de barrio- cotiza por encima de los 110 pesos en Brasil y Uruguay, y puede superar los 200 en Santiago de Chile y Londres.
La Nación.